“Aunque las nubes de tormenta se arremolinen, aunque las lluvias caigan sobre nosotros, nuestro conocimiento del Evangelio y el amor que tenemos por nuestro Padre Celestial y por nuestro Salvador nos consolarán y nos sostendrán, y darán gozo a nuestro corazón al caminar con rectitud y guardar los mandamientos”, nos alienta.
“No hay nada en este mundo que pueda derrotarnos. Mis queridos hermanos y hermanas, no teman. Sean de buen ánimo.
El futuro es tan brillante como su fe”.
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