martes, 26 de agosto de 2014

"El enojo no resuelve nada, ni edifica nada, pero puede destruirlo todo"


Es posible sentir el espíritu de nuestro Padre Celestial cuando estamos enojados?

En tercer Nefi leemos: "... y no habrá disputas entre nosotros" "Porque en verdad ,en verdad, en verdad os digo que aquel que tiene el espíritu de contención no es mío, sino es del diablo, que es el padre de la contención, y el irrita los corazones de los hombres para que contiendan con ira unos con otros” 


Nadie puede hacernos enojar; es nuestra propia decisión. Si deseamos tener un buen espíritu en todo momento, debemos escoger no enojarnos. Todos somos propensos a esos sentimientos que si no lo controlamos, pueden conducir al enojo. Sentimos desagrado, irritación y antagonismo, y si así lo escogemos, perdemos el control y nos enojamos con los demás. Irónicamente, con frecuencia de los demás son los miembros de nuestra familia, las personas a quienes más queremos. 

El Compromiso y Responsabilidad, la aceptación y el perdón, el afecto y el respeto que debe existir en la familia. Tomemos una decisión consiente, cada vez que sea necesario, de no enojarnos y de no decir las cosas crueles e hirientes que estemos tentados a decir. 

Seamos hijos dignos de nuestro padre celestial; que siempre seamos un buen ejemplo en nuestro hogar y fieles en guardar todos los mandamientos; que no sintamos hostilidad hacia ningún hombre sino más bien que seamos pacificadores, recordando siempre la admonición de Salvador. 

Me encanta la letra del himno escrito por el élder Charles W. Penrose, que sirvió en el Quórum de los Doce y en la Primera Presidencia en los primeros años del siglo veinte: 

 “Sé prudente, oh hermano, A tu alma gobernad, 
No matando sus anhelos, Mas con juicio gobernad. 
Sé prudente, hay gran fuerza En la mente [sin] pasión.
 La pasión razón destruye, Hace ciega la visión” 

 PRESIDENTE THOMAS S. MONSON Liahona noviembre 2009 pag. 67-69

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