martes, 6 de noviembre de 2007

REFLEXION DE TENER UN TEMPLO ¡QUE BENDICION!

Durante una de las últimas clases de la escuela dominical del año pasado, me resultó muy interesante analizar las enseñanzas del Profeta Hageo en el Antiguo Testamento; me impactó en gran manera el tremendo simbolismo que tiene hoy para nosotros. El registro menciona textualmente en el primer capítulo de Hageo, versículo dos en adelante:
'Así ha hablado Jehová de los Ejércitos, diciendo: Este pueblo dice: No ha llegado aún el tiempo, de que la casa de Jehová sea reedificada. Entonces vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo: ¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?

Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos. Sembráis mucho y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto.
Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos. Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho Jehová. Buscáis mucho, y halláis poco; y encerráis en casa, y yo lo disiparé en un soplo. ¿Por qué? Dice Jehová de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa'.

Me pareció al leer estos versículos, que para el antiguo pueblo de Israel en los días del Profeta Hageo, la situación en sus días de considerar que no era el tiempo de reedificar el Templo, y para nosotros, el llegar a pensar que no es el tiempo de asistir a la Casa del Señor, es exactamente lo mismo. Me llama la atención la tremenda comparación que existe entre el hecho de que los israelitas de aquellos días preferían quedarse en sus casas, mientras la Casa del Señor se hallaba desierta.

Al analizar de esta manera las palabras de Jehová a través del Profeta Hageo, resulta entonces por demás interesante y muy claro el poder ver las consecuencias que vienen de no tener un templo, o de no asistir si ya contamos con uno. Más adelante, el profeta Hageo nos sigue diciendo:

'Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra destruyó sus frutos. Y llamé la sequía sobre esta tierra, y sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre todo lo que la tierra produce, sobre los hombres y sobre las bestias, y sobre todo trabajo de manos'.
Y finalmente nos relata... 'Y temió el pueblo delante de Jehová... con las palabras del Profeta Hageo... y despertó el espíritu de Zorabel y el de Josué y el de todo el resto del pueblo; y vinieron y trabajaron en la casa de Jehová de los ejércitos, su Dios'.


Que bendición es contar con un Templo de nuestro Dios hoy como en los días antiguos, y tener además la firme esperanza de que gracias a ello podemos llegar a formar familias eternas y aún ser bendecidos durante nuestro paso por esta vida terrenal, si asistimos regularmente.

Una de las señales de la restauración del verdadero evangelio de Jesucristo en nuestros días, es el hecho de que como Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días, construimos esos santos lugares, en donde el pueblo del Señor puede recibir las ordenanzas salvadoras gracias a la expiación de nuestro Redentor y Salvador Jesucristo, a quien honramos, adoramos y eternamente le estaremos agradecidos por Su sacrificio infinito.

Que podamos apreciar más la restauración del evangelio que hizo posible que contemos con templos en esta última dispensación, la del cumplimiento de los tiempos, encabezada por un profeta de Dios como en cada una de ellas anteriormente, pero ahora, por el Profeta José Smith. Que continuamente agradezcamos a nuestro Padre Celestial su amor y bondad expresados a nosotros a través de Su amado Hijo y Su Santa Casa, aún Su Santo Templo.

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