La Palabra de Sabiduría es una ley de salud revelada por el Señor para el beneficio físico y espiritual de Sus hijos. El 27 de febrero de 1833, según se encuentra registrado en la sección 89 de Doctrina y Convenios, el Señor reveló qué alimentos son buenos para comer y qué sustancias no son buenas para nuestro cuerpo. También prometió salud, protección, conocimiento y sabiduría a quienes obedecieran la Palabra de Sabiduría.
En la Palabra de Sabiduría, el Señor reveló que las siguientes sustancias son dañinas:
El Señor también declaró en la Palabra de Sabiduría que los siguientes alimentos son buenos para nuestro cuerpo:
En la Palabra de Sabiduría, el Señor reveló que las siguientes sustancias son dañinas:
- Bebidas alcohólicas (véase D. y C. 89:5–7).
- Tabaco (véase D. y C. 89:8).
- Té y café (véase D. y C. 89:9; los profetas de los últimos días han enseñado que el término “bebidas calientes” que aparece en este versículo se refiere al té y al café).
El Señor también declaró en la Palabra de Sabiduría que los siguientes alimentos son buenos para nuestro cuerpo:
- Verduras y frutas, las cuales deben usarse “con prudencia y acción de gracias” (véase D. y C. 89:10–11).
- La carne “de las bestias y de las aves del cielo” que “[ha] de usarse limitadamente” (véase D. y C. 89:12–13).
- Los granos como el trigo, el arroz y la avena, que son “como sostén de vida” (véase D. y C. 89:14–17).
A los que guarden la Palabra de Sabiduría, el Señor promete:
“Y todos los santos que se acuerden de guardar y hacer estas cosas, rindiendo obediencia a los mandamientos, recibirán salud en el ombligo y médula en los huesos; “y hallarán sabiduría y grandes tesoros de conocimiento, sí, tesoros escondidos; “y correrán sin fatigarse, y andarán sin desmayar. “Y yo, el Señor, les prometo que el ángel destructor pasará de ellos, como de los hijos de Israel, y no los matará” (D. y C. 89:18–21).
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