“Una cuidadosa lectura de las escrituras revela que el Señor no dice todas las cosas a toda la gente. Había algunas condiciones establecidas que eran prerrequisitos para recibir información sagrada. Las ceremonias del templo se encuentran dentro de esta categoría.
A modo de comparación, me gustaría compartir una experiencia personal.
Mientras seguía estudios superiores tenía un trabajo de verano en un laboratorio nacional de investigación.
Para mi segundo trabajo de verano en el laboratorio se me entregó una autorización de seguridad de elevado rango, se me dio una nueva placa de identidad, y se me capacitó en complicados procedimientos para cerrar gavetas y cajas de seguridad que tenían cerraduras complicadas. Estaba emocionado por la nueva distinción y anuncié a todos mis compañeros que ahora yo estaba disponible para “trabajo clasificado”, dando a entender que ahora podría trabajar en proyectos que requirieran esta alta autorización de seguridad. Como resultado, la mayoría de mis días en trabajo clasificado ese verano los pasé revisando la escritura de página tras página de aburrida documentación de seguridad. Después de algunos días en mi nuevo puesto, un compañero de trabajo que había realizado trabajo clasificado por muchos años debe haber leído mi rostro porque en son de broma comentó: “Nunca supiste que los secretos del gobierno fueran tan aburridos”.
Es fácil fantasear y tal vez sensacionalizar lo que sucede tas puertas de seguridad. En el caso de mi trabajo de verano, el trabajo clasificado que realizaba era realmente importante, pero carecía del prestigio, romance, o drama que yo buscaba como un joven de veintiún años.
El entrar al templo por primera vez fue, en muchas maneras, una experiencia similar. Se sentía maravilloso ahí, pero en su mayoría el templo no era nada extraordinariamente nuevo o diferente de lo que había aprendido en la iglesia toda mi vida.
Era como un paso adelante en la autorización de seguridad. Había llegado a un punto en mi vida en el que podía aceptar mayor responsabilidad y estaba deseoso de hacerlo, pero la obra religiosa que se llevaba a cabo en el templo, aunque es importante, parecía una extensión familiar a aquello que ya había hecho en mi vida hasta ese momento. Y aunque he venido apreciando el templo cada vez más con el tiempo, ocasionalmente me parece menos que sorprendente cuando dejo de tener “oídos para oír” (ver Mateo 13:9).
Boyd K. Packer continúa:
“Las ordenanzas y ceremonias del templo son simples. Son bellas. Son sagradas. Se mantienen confidenciales a fin de que no se den a aquellos que no están preparados. La curiosidad no es preparación. Un profundo interés tampoco es preparación. La preparación para las ordenanzas incluyen pasos preliminares: fe, arrepentimiento, bautismo, confirmación, dignidad, una madurez y dignidad merecedoras de alguien que viene como un huésped invitado a la casa del Señor”.
El templo es un lugar para que los miembros se comprometan más a llevar a cabo la obra de Dios. Vale la pena cualquier sacrificio para prepararse para entrar al templo.
Aunque es cierto que aquellos que participan en el templo acuerdan no divulgar lo que sucede dentro, aquellos que aún no han ido pueden estar seguros de que no es para evitar la acumulación de veintitantos que esperen en fila para estar en la emoción.
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