“No podemos ser impuros y esperar la ayuda del Todopoderoso . . .
“No podéis permitiros participar de substancias que debilitan el cuerpo y la mente, entre ellas la cocaína, el “crack”, el alcohol, el tabaco. No podéis participar en actos inmorales. No podéis hacer esas cosas y ser valientes guerreros en la causa del Señor . . .
“Estamos embarcados en la gran y eterna contienda que tiene que ver con las almas mismas de los hijos de Dios. No vamos perdiendo. Por el contrario, vamos ganando. Seguiremos ganando si somos fieles y leales. Sí, podemos hacerlo. Debemos hacerlo. Lo haremos (en Liahona de enero de 1987, La guerra que vamos ganando, págs. 44 y 45)
“El hombre armado lleva en una mano el escudo y en la otra la espada… El escudo es el escudo de la fe y la espada, la espada del espíritu que es la Palabra de Dios. No imagino armas más poderosas que la de la fe y la del conocimiento de las Escrituras… que contienen la Palabra de Dios. El que se arme y se prepare con esas armas estará preparado para enfrentar al enemigo”