"Debemos estar prevenidos y no esperar hasta hallarnos en nuestro lecho de muerte para arrepentimos, porque así como vemos que la muerte arrebata al niño pequeño, también el joven y el de edad madura repentinamente pueden ser llamados a la eternidad, igual que el niño pequeño. Así pues, sirva esto de amonestación a todos, para que no demoren el arrepentimiento o esperen hasta encontrarse en su lecho de muerte, porque es la voluntad de Dios que el hombre se arrepienta y le rinda servicio mientras goza de salud, y con la fuerza y poder de su mente, a fin de obtener su bendición, y no esperar hasta que esté próximo a morir."
(Smith, Enseñanzas)
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